Mis Pensamientos

Valores

El Valor se puede definir como aquella virtud que agrega riqueza a la persona humana, y que es deseable de encontrar en su carácter. El Valor es puramente ético en su esencia y constituye una característica de la razón y la conciencia humana.

El ser humano no sólo tiene una facultad cognoscitiva que le sirve para emitir «Juicios sobre la realidad» , sino que es capaz también de emitir » Juicios de valor sobre las cosas  » .

Al hablar del mundo que le rodea, el hombre se refiere a él no sólo con criterios lógicos o racionales, sino también meta-lógicos, que van más allá de la explicación racional.

Cuando se oye hablar de valores, muchos se preguntan, entre asombrados y escépticos, «¿Pero qué son los valores?» ¿Acaso existen con realidad propia, o son más bien creación de nuestra febril fantasía?.

Les parece a algunos que, al hablar de los valores, estamos reclamando a la existencia todo aquel mundo de esencia o de ideas platónicas que el filósofo ateniense se esforzaba en privilegiar como auténtica  realidad, fundamento y consistencia de todo cuanto existe, ideas externas, realidades, ideales en un mundo que él soñaba anclando por encima de los altos cielos.

Más sencillamente, nosotros creemos, por el contrario, que no existen los valores como realidades aparte de las cosas o del hombre, sino como la valoración que el hombre hace de las cosas mismas.

Los valores no son ni meramente objetivos ni meramente subjetivos, sino ambas cosas a la vez: el sujeto valora las cosas, y el objeto ofrece un fundamento para ser valorado y apreciado,

Los valores no existen con independencia de las cosas.

Los valores se confunden con las cosas, constituyen su entraña. La perspicacia intelectual del hombre ha de servirle para descubrirlo, es decir, saber descifrar por qué una cosa es buena.

Descubrir los valores sólo es posible a quien mira positivamente el mundo, al que previamente ha comprendido que todo lo que existe » existe por algo y para algo» ; que cualquier ser, por pequeño que sea, tiene su sentido y su razón de ser, es decir, VALE.

Pare el que se coloca así ante el mundo, y no pasivamente como cosa entre las cosas, todo cuanto existe es bueno, es un BIEN.

De modo que podemos llamar BIEN a  cualquier ser en cuanto que es portador de valores.

Y podemos designar como VALOR aquello que hace buenas a las cosas, aquello por lo que las apreciamos,por lo que son dignas de nuestra atención y deseo.

El ser humano, para comportarse como tal, ha de tender al bien que la razón le propone como objetivo de su natural tendencia a la felicidad.

Hablar de valores humanos es una redundancia, por que no puede hablarse de valores, sino en relación con el hombre. Toca a éste hacer una valoración de las cosas, es decir. establecer una jerarquía de importancia entre los bienes que le solicitan y a los que naturalmente aspira. Porque los valores no «existen» con independencia unos  de otros, sino en lógica subordinación en referencia a una mayor o menor importancia en la apreciación del sujeto que los descubre, ordenándolos en una «escala interior» que va a constituirse en guía de su conducta.

Sólo así comprenderá que hay valores cuyo destino no es otro que el de ser sacrificados en aras de valores más altos; que el dinero, por ejemplo, debe servir a la persona y no la persona al dinero; que el sexo es un medio para expresar el amor y no un fin en si mismo; que se puede renunciar a la propia comodidad para dar un minuto de felicidad a alguien.

Si la distinta jerarquización  de los valores es lo que otorga la talla moral a cada individuo, es evidente que la educación de una persona dependerá sin duda de esta » Escala Moral » que haya interiorizado, y que se encuentra en congruencia con el propio proyecto de vida como canalización de todas sus energías.

El sujeto valora, pues, las cosas en función de sus circunstancias especiales, puesto que siempre se encuentra en interacción  con el mundo, es decir, con las cosas, los bines, los valores.

Un mendrugo de pan o un vaso de agua adquieren mayor valoración para un sujeto que se está muriendo de hambre o desfalleciendo de sed, que para el glotón que, después de su hartazgo, siente náuseas con sólo recordarle   la comida. No es que el pan pierda o adquiera su valor a merced de las circunstancias. Lo posee a despecho de las mismas; pero siempre tendrá relación a un sujeto que valora su importancia según sus motivaciones o necesidades.

» El mundo de los valores» constituye la puesta de entrada al » mundo de la trascendencia», puesto que los valores pueden hacer referencia a una realidad meta empírica (realidad no verificable ni por los sentidos ni por la lógica de la razón) .

La valoración que hacemos de las cosas no la efectuamos con la sola razón, sino con el sentimiento, las actitudes, las obras… con todo nuestro ser. Cuando nos situamos frente a una obra de arte y contemplamos la armónica proporción de una estatua, el equilibrio de una estructura arquitectónica la armonía de una composición  musical o el cromatismo y diseño de una pintura…, con frecuencia sentimos un escalofrío que conmueve nuestro ánimo y nos impele a la pronunciarnos en emotivas exclamaciones de aprobación y admiración.

Es difícil expresar entonces lo que sentimos, pero el juicio que emitiremos sobre la belleza experimentada distará mucho de ser un juicio teórico.  Los lirios de Van Gogh o Los girasoles podrán venderse por miles de dorales; pero una cosa es lo que cuestan y otra lo que valen. ¿es que cuando el celebre pintor malvivía en su indigencia aquellos cuadros no poseían el valor artístico que hoy día se les reconoce? ¿Quién puede poner precio a un sentimiento o a una emoción?  La venalidad del arte tal vez pruebe la mayor sensibilidad de nuestra cultura ante los valores económicos; pero no creo que haya progresado mucho en otro tipo de sensibilidades.

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